viernes, 9 de marzo de 2012

¿Los interrogatorios inducen a mentir?

¿Crees que los interrogatorios promueven falsas confesiones? Probablemente todo el mundo responda a coro con un rotundo: ¡Sí! Y tienen razón pero quizás estén haciendo una ligera asociación entre interrogatorio y tortura. Que no es lo mismo.
Uno de los filmes que evidencia de forma casi palpable la relación entre tortura y falsas confesiones es “El último Inquisidor”, protagonizado por Javier Bardem. En esta película el padre de una joven hecha prisionera por la Inquisición española, le hace firmar a Bardem una confesión donde este declara que es un burro (comprendido como un animal de cuatro patas, con orejas y cola incluidos). ¿Su intención? Demostrarle que, bajo tortura, cualquier persona confiesa cualquier atrocidad, aunque ésta sea sumamente descabellada.
Sin embargo, ahora me referiré a otras confesiones: precisamente aquellas que se muestran casi diariamente en los juzgados y que sirven para condenar a las personas. Jessica Klaver, psicóloga de la Universidad Simon Fraser en Canadá, ha diseñado un experimento muy peculiar donde no solo analizan cómo los interrogatorios inducen a mentir sino incluso en qué medida lo hacen. Para ello comparó dos tipos de técnicas de interrogación: "de minimización" (aquellas donde se minimizan los daños producidos por el comportamiento del acusado) y "de maximización" (donde se maximizan los daños y la seriedad de las conductas dañinas).
Doscientos estudiantes fueron invitados a formar parte de un test de personalidad y habilidades de mecanografía. En el momento en que debían desarrollar la tarea de mecanografía, se les advirtió que si presionaban la tecla "Alt" podrían causar una rotura en el ordenador y como consecuencia se perderían todos los datos.
Cuando los estudiantes debían teclear las palabras con la letra "Z", muy cercana a la tecla "Alt", los investigadores simulaban la rotura del ordenador y los acusaban de haber oprimido la tecla prohibida.
Como próximo paso los estudiantes fueron sometidos a interrogatorios de minimización donde las frases típicas eran: "No te preocupes." "Solo fue un accidente." "Tarde o temprano debía ocurrir." "El programa ya era antiguo." Mientras que otros fueron sometidos a interrogatorios de maximización donde intentaban hacer sentir culpables a los estudiantes con frases del tipo: "Tienes que haber oprimido la tecla." "Por ese ordenador han pasado cerca de 50 personas en tres semanas y no se había roto."
¿Los resultados? El 43% de los estudiantes firmó una confesión donde juraban, en falso, que habían oprimido la tecla "Alt". Pero... al contrario de lo que todos podrían imaginar, el índice de confesiones fue cuatro veces mayor entre los estudiantes que fueron sometidos al interrogatorio de tipo minimizador. ¿Por qué?
Probablemente porque en la vida real las técnicas de minimización brindan un falso sentido de seguridad ya que propician excusas morales o legales a las cuales asirse. Además las mismas ayudan a conceptualizan las acciones como accidentales. En fin, culpabilizan a la víctima y muestran la poca importancia de los cargos imputados restándole parte de la responsabilidad al que cometió el delito. De esta manera, la persona se siente más libre de asumir una responsabilidad, aún si no es suya.
¿Otro resultado sorprendente? Las estudiantes femeninas eran más dadas a falsear sus confesiones, tanto cuanto los estudiantes que obtuvieron puntuaciones muy elevadas en el test de sugestionabilidad.

Fuente:
Klaver, J.R., Lee, Z. & Rose, V.G. (2008) Effects of personality, interrogation techniques and plausibility in an experimental false confession paradigm. Legal and Criminological Psychology; 13(1): 71-88.

Escrito por Jennifer para Rincón de la Psicología

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